Gran Biblioteca GLP

Nombre: Gran Biblioteca GLP
Ubicación: San Isidro, Lima, Peru

martes, mayo 30, 2006

UNA VERDAD QUE HIERE

UNA VERDAD QUE HIERE

(del Libro “EL APRENDIZ Y SUS MISTERIOS”
Dr. Jorge Adoun


1. Lector: Si tienes el ardiente deseo de ingresar en la Augusta Institución Masónica y de convertirte en uno de sus miembros militantes, debes preguntarte a ti mismo: ¿Entró la Masonería en mí para que yo pueda entrar en la Masonería?.
La respuesta a esta pregunta será una luz que puede esclarecerte y conducirte por la senda a la Verdad. Porque, si no posees, ante todo, el Espíritu Masónico, de nada te servirá tu ingreso en sus filas.

2. La Masonería era, en tiempos pasados, una Institución Hermética en el verdadero sentido de la palabra, pero hoy la Masonería es revelada a todo el mundo. En cualquier librería se encuentran folletos, revistas y libros que hablan de los ritos y ceremonias de la Orden y los interpretan y comentan. Todo el mundo cree que sabe de Masonería como sus propios adeptos y hay también algunos masones superficiales, inconscientes o perjuros que han divulgado al público los llamados secretos masónicos, de modo que, según los profanos y los iniciados, ya no puede haber misterios en la Masonería.
¡A esos necios vamos a desengañar!.

3. El catolicismo romano se impone a la multitud por un secreto que ningún Papa siquiera ha manifestado. Es el secreto de los Sacramentos.
Cuando los Gnósticos, o sea los Conocedores del Secreto, los Esotéricos, quisieron divulgar o descubrir el secreto, lanzaron perlas a los cerdos y estos se volvieron contra ellos y los aniquilaron, pues la vulgarización de un misterio lo convierte en doctrina irrisoria.
Pero, desgraciadamente, cuando los cerdos condenaron a los gnósticos condenaron también la Puerta de la Sabiduría Oculta y perdieron sus Llaves.
Los Templarios buscaron las Llaves perdidas y fueron quemados vivos.

4. Cierta vez un sabio mahometano me dijo: “Jamás perteneceré a una religión cuyos fíeles comen a su Dios”. Pude entender por qué él razonaba así. El mahometano no me llamó la atención con sus palabras, porque él nunca podrá comprender el significado del misterio; mas lo que admira es la ignorancia de los propios masones respecto de las bases fundamentales de la Masonería.

5. La Masonería es poderosa y prevalecerá en el mundo por su terrible SECRETO, tan prodigiosamente guardado que hasta sus más altos iniciados lo ignoran.

6. Una vez, en una Logia, dijo un adepto: “Somos masones, pero no brillamos”. Los hermanos le pidieron que explicara aquella frase, pero él sonrió y dijo: “Si en nosotros la Luz es tiniebla, ¿cómo serán las propias tinieblas?”. Y, al decirlo, se tocó la frente. Todos los presentes se miraron y tal vez por educación no lo llamaron loco.
7. Nadie tiene derecho a llamarse “Masón”, porque ser masón es ser Superhombre iluminado, que sigue el camino de la Verdad y de la Virtud, haciendo de ellas carne de su carne, sangre de su sangre, vida de su vida.

8. Lo que más entristece es el deseo de pasar rápidamente de un grado a otro, como si el afán de perfeccionarse estuviese sujeto a ciertos grados limitados y otorgados por los hombres.
Nadie quiere recordar que los tres años de “Aprendiz” son el símbolo del triple periodo que marcará las etapas de los estudios, del silencio y del progreso, como veremos después.

9. El gran objetivo de la Masonería es despertar el poder latente en cada ser y convertir al hombre en Dios consciente de su divinidad sin limitaciones ni dudas.
El masón debe trabajar inteligentemente para el bien de los demás. Su esfuerzo debe dedicarse al progreso universal. Debe ayudar al Gran Arquitecto del Universo, en su Obra.
El masón debe construir y aprender por experiencia propia, sin apoyarse en los demás. Debe siempre dar sin esperar recompensa.

10. El Aprendiz tiene al Maestro externo por guía en la Senda hasta encontrar a su propio Maestro Interno y ver su propia luz en su mundo interior.
Conocer la Verdad y practicarla es el camino del masón y de todos los hombres.

CUERPO - ALMA - ESPIRITU

Cuerpo - Alma – Espíritu
Una simple revisión de textos antiguos nos confirma la gran importancia que tenía en el mundo clásico, tanto para la sociedad como para el individuo, la idea de que el hombre se componía de Cuerpo, Alma y Espíritu
Hasta Descartes (1596 - 1650), el Alma fue comprendida como la parte síquica del hombre, lo que hoy diríamos la mente; el Espíritu era visto como perteneciente a una dimensión intemporal, impersonal y metafísica.
En Descartes estuvo el origen de la confusión entre Alma y Espíritu. Lo que anteriormente era claramente diferenciado como procedente del Alma (lo psíquico), o proveniente del Espíritu (lo metafísico), en la actualidad es ignorado por la civilización occidental.
Sin negarle los méritos que sin duda le corresponden, Descartes tiene una grave responsabilidad en esa reducción de la existencia al binario Cuerpo - Alma, a través de su teoría "pienso luego existo".
A través de la desviación materialista de la existencia la civilización occidental ha llegado a un limitativo dualismo "Cuerpo-Alma", una visión binaria que ha conducido al hombre a creer que solo es cuerpo e intelecto, o mejor dicho cuerpo y mente, ya que la palabra intelecto designaba antiguamente la capacidad de captación espiritual y no la capacidad mental racional como designa hoy en día.
Esta visión binaria y reductora ha conducido al hombre a negar toda dimensión trascendental a su existencia, es decir, a una concepción materialista de la vida. Concibiendo al hombre como Cuerpo y Mente, y olvidando el Espíritu, se limita la existencia de cualquier dimensión superior, y por tanto cualquier salida a las simples emociones y los procesos mentales.
Al ignorar el Intelecto o la Intuición Intelectual (el Budhi de los orientales) se cierra el acceso a esa realidad que permite al hombre conocer las verdades absolutas de su Ser. Sin el reconocimiento del Espíritu el ser humano permanece encerrado en la duda y en lo relativo, ya que la mente pensante no puede llegar a lo que está por encima de ella. Solo el Intelecto, el Espíritu, puede hacerlo.
Este hombre que se entiende dual "Cuerpo-Alma", contiene potencialidades que le son insospechadas, y que, por cerrar el acceso al conocimiento que abre la consciencia del Espíritu como tercer componente del Ser, deja al ser humano en una especie de estado larvario anterior a la metamorfosis.
Metamorfosis por la que debe pasar el hombre en su segundo nacimiento, según los Evangelios y los escritos de Pablo de Tarso. La condición previa a este nacimiento es la "muerte del hombre viejo" (San Pablo), la disolución del ego cuyas manifestaciones arraigan en el psiquismo. Lo que en realidad no es sino un proceso iniciático.
La diferenciación entre psíquico (Alma) y espiritual (Espíritu) pasa por un proceso de observación de las manifestaciones del ego; permitiendo esto ver el límite, en vivo y en directo, de la irrealidad del hombre "Cuerpo-Alma".
Volver a una concepción ternaria del hombre es una vía de esperanza, en la cual puede ponerse de manifiesto un posible porvenir para una gran parte de la Humanidad, abandonada al materialismo y la negación de la trascendencia.

René Guénon: "Spiritus", "Anima", "Corpus"
La división ternaria es la más general y al propio tiempo la más sencilla que pueda establecerse para definir la constitución de un ser vivo, y en particular la del hombre, pues está claro que la dualidad cartesiana de "espíritu" y "cuerpo", que en cierto modo se ha impuesto en todo el pensamiento occidental moderno, de ninguna forma puede corresponder a la realidad; ya hemos insistido en ello lo bastante a menudo en otros lugares como para no tener necesidad de volver sobre ello ahora. La distinción de espíritu, alma y cuerpo es además la unánimemente admitida por todas las doctrinas de Occidente, fuese en la Antigüedad o en la Edad Media; el que más tarde se haya llegado a olvidarla hasta el extremo de no ver ya en los términos de "espíritu" y "alma" más que especies de sinónimos, bastante vagos además, y de emplearlos indistintamente uno por otro, cuando propiamente designan realidades de orden totalmente diferente, es quizá uno de los ejemplos más asombrosos que puedan darse de la confusión que caracteriza a la mentalidad moderna. Tal error, además, tiene consecuencias que no todas son de orden puramente teórico, y evidentemente ello lo hace aún más peligroso (1); pero no es de esto de lo que hemos de ocuparnos aquí, y en lo que concierne a la división ternaria tradicional, queremos precisar tan sólo algunos puntos que tienen más directa relación con el tema de nuestro estudio.
Esta distinción de espíritu, alma y cuerpo se ha aplicado al "macrocosmos" lo mismo que al "microcosmos", siendo análoga la constitución del uno a la del otro, de modo que necesariamente han de encontrarse elementos que se corresponden rigurosamente por una y otra parte. Esta consideración, en los griegos, parece vincularse sobre todo a la doctrina cosmológica de los Pitagóricos, que, por lo demás, no hacían en realidad sino "readaptar" enseñanzas mucho más antiguas; Platón se inspiró en esta doctrina y la siguió mucho más de cerca de lo que comúnmente se cree, y, en parte por mediación de él, algo de ella se transmitió a filósofos posteriores, como por ejemplo los estoicos, cuyo punto de vista, por lo demás, mucho más exotérico, mutiló y deformó demasiado a menudo las concepciones de que se trata. Los Pitagóricos consideraban un cuaternario fundamental que comprendía en primer lugar al Principio, transcendente con respecto al Cosmos, después, al Espíritu y el Alma universales, y por ultimo, a la Hyle primordial (2); es importante señalar que esta última, en cuanto pura potencialidad, no puede asimilarse al cuerpo y corresponde más bien a la "Tierra" de la Gran Tríada que a la del Tribhuvana, mientras que el Espíritu y el Alma universales recuerdan manifiestamente a los otros dos términos de este último.
En cuanto al Principio transcendente, en ciertos aspectos corresponde al "Cielo" de la Gran Tríada, pero, no obstante, por otra parte se identifica también con el Ser o la Unidad metafísica, esto es, Tai-ki; parece faltar aquí una distinción clara, que por lo demás quizá no era exigida por el punto de vista, mucho menos metafísico que cosmológico, desde el que se establecía el cuaternario de que se trata. Sea lo que fuere, los estoicos deformaron esta enseñanza en sentido "naturalista", perdiendo de vista el Principio transcendente y no considerando ya mas que un "Dios" inmanente que, para ellos, se asimilaba pura y simplemente al Spiritus Mundi; no decimos al Anima Mundi, contrariamente a lo que parecen creer algunos de sus intérpretes afectados por la confusión moderna de espíritu y alma pues en realidad, para ellos, lo mismo que para aquellos que seguían más fielmente la doctrina tradicional, esa Anima Mundi nunca tuvo sino un papel simplemente "demiúrgico", en el más estricto sentido de la palabra, en la elaboración del Cosmos a partir de la Hyle primordial.
Acabamos de decir elaboración del Cosmos, pero quizá fuera más exacto decir aquí formación del Corpus Mundi, en primer lugar porque la función "demiúrgica", en efecto, es propiamente una función "formadora" (3), y luego porque, en cierto sentido, el Espíritu y el Alma universales mismos también forman parte del Cosmos; en cierto sentido, pues, a decir verdad, pueden considerarse desde un doble punto de vista, que también corresponde en cierto modo a lo que antes llamábamos punto de vista "genético" y punto de vista "estático", sea como "principios" (en sentido relativo), sea como "elementos" constitutivos del ser "macrocósmico". Esto proviene de que, puesto que se trata del ámbito de la Existencia manifestada, estamos de este lado de la distinción entre Esencia y Substancia; del lado "esencial", Espíritu y Alma son como "reflexiones" del Principio mismo de la manifestación a niveles distintos; del lado "substancia", por el contrario, aparecen como "producciones" surgidas de la materia prima, aunque determinando ellos mismos sus producciones posteriores en sentido descendente (4), y ello porque para situarse efectivamente en lo manifestado, es menester que ellos mismos también se hagan parte integrante de la manifestación universal. La relación entre estos dos puntos de vista se representa simbólicamente por el complementarismo del rayo luminoso y el plano de reflexión, necesarios ambos para que se produzca una imagen, de suerte que, por una parte, la imagen es verdaderamente un reflejo de la fuente luminosa misma, y, por otra, se sitúa en el grado de realidad señalado por el plano de reflexión (5); para emplear el lenguaje de la tradición extremo-oriental, el rayo luminoso corresponde aquí a las influencias celestiales, y el plano de reflexión a las influencias terrenales, lo cual coincide bien con la consideración del aspecto "esencial" y el aspecto "substancial" de la manifestación (6).
Naturalmente, estas observaciones que acabamos de formular acerca de la constitución del "macrocosmos" se aplican también en lo que concierne al espíritu y el alma en el "microcosmos"; solo el cuerpo no puede ser jamás considerado como "principio", hablando con propiedad, porque siendo resultado y término final de la manifestación (esto, naturalmente, por lo que se refiere a nuestro mundo o estado de existencia), no es más que "producto" y no puede convertirse en "productor" en ningún aspecto. Por este carácter, el cuerpo expresa la pasividad substancial tan completamente como en el orden manifestado es posible; Mas al propio tiempo, también con esto se diferencia evidentísimamente de la Substancia misma, que en cuanto principio "maternal" concurre a la producción de la manifestación. En este aspecto, se puede decir que el ternario de espíritu, alma y cuerpo está constituido de otro modo que los ternarios formados de dos términos complementarios y en cierto modo simétricos y un producto que ocupa una posición intermedia entre ellos; en este caso (y naturalmente también en el del Tribhuvana, al cual corresponde exactamente), los dos primeros términos se sitúan del mismo lado con respecto al tercero, y si bien éste, a fin de cuentas, puede ser considerado todavía como su producto, ya no desempeñan un papel simétrico en tal producción: el cuerpo tiene su principio inmediato en el alma, pero no procede del espíritu sino indirectamente y por intermedio del alma. Solamente cuando se considera al ser como enteramente constituido, esto es, desde el punto de vista que hemos llamado "estático", viendo en el espíritu el aspecto "esencial" y en el cuerpo el aspecto "substancial", puede encontrarse una simetría en este aspecto no ya entre los dos primeros términos del ternario, sino entre el primero y el último; entonces, en el mismo aspecto, el alma es intermedia entre el espíritu y el cuerpo (y eso justifica su designación como principio "mediador" que anteriormente indicábamos), pero no por ello deja de ser, como segundo término, forzosamente anterior al tercero (7), y, por consiguiente, en modo alguno puede ser considerada como producto o resultante de los dos términos extremos.
Todavía puede plantearse otra cuestión: ¿cómo es que, pese a la falta de simetría que entre ellos acabamos de indicar, espíritu y alma, no obstante, se toman a veces en cierta forma como complementarios, siendo entonces generalmente considerado el espíritu como principio masculino y el alma como principio femenino? Es que, siendo el espíritu el que, en la manifestación, más cerca está del polo esencial, el alma se encuentra, respecto a él, del lado substancial; así, con respecto el uno del otro, el espíritu es yang y el alma yin, y por eso suelen simbolizarse respectivamente por el Sol y la Luna, lo que además puede justificarse aún más completamente diciendo que el espíritu es la luz emanada directamente del Principio, mientras que el alma no presenta sino una reflexión de esa luz. Además, el "mundo intermedio", que también puede llamarse esfera "anímica", es propiamente el medio en el que se elaboran las formas, lo que, en suma, constituye un papel "substancial" o "maternal"; y esta elaboración se produce bajo la acción o, más bien, la influencia del espíritu, que así tiene en este aspecto un papel "esencial" o "paternal"; por lo demás, está claro que para el espíritu en esto sólo se trata de una "acción de presencia", a imitación de la actividad "no-actuante" del Cielo (8).
Agregaremos unas palabras a propósito de los principales símbolos del Anima Mundi: uno de los más habituales es la serpiente, a causa de que el mundo "anímico" es el ámbito propio de las fuerzas cósmicas, que, aunque también actúan en el mundo corporal, pertenecen en sí mismas al orden sutil; y esto tiene conexión, naturalmente, con lo que más arriba hemos dicho del simbolismo de la doble espiral y el del caduceo; además, la dualidad de los aspectos que la fuerza cósmica toma corresponde realmente al carácter intermedio de ese mundo "anímico", que hace de él propiamente el lugar de encuentro de las influencias celestiales y las terrenales.
Por otra parte, la serpiente, en cuanto símbolo del Anima Mundi, se representa las más de las veces en la forma circular del Uroboros; tal forma, en efecto, le conviene al principio anímico en cuanto está del lado de la esencia con respecto al mundo corporal; pero, por supuesto, está por el contrario, del lado de la substancia con respecto al mundo espiritual, de suerte que, según el punto de vista desde el que se lo considere, puede tomar los atributos de la esencia o los de la substancia, lo que, por decirlo así, le da la apariencia de una doble naturaleza. Estos dos aspectos se encuentran reunidos de forma bastante notable en otro símbolo del Anima Mundi que pertenece al hermetismo de la Edad Media: se ve en él un circulo en el interior de un cuadrado "animado", es decir, puesto sobre uno de sus ángulos para sugerir la idea de movimiento, mientras que, por el contrario, el cuadrado que descansa sobre su base expresa la idea de estabilidad (9); y lo que hace a esta figura particularmente interesante desde el punto de vista en que nos situamos ahora, es que las formas circular y cuadrada que son sus elementos tienen en ella significaciones respectivas exactamente concordantes con las que tienen en la tradición extremo-oriental (10).
NOTAS:
(1)
Véase El Reino de la Cantidad y los Signos de los tiempos, cap. XXXV.
(2)
Cf. el comienzo de los Rasâil Ikhwân Es-Safâ, que contiene una exposición clarísima de esta doctrina pitagórica.
(3)
Es importante subrayar que decimos "formadora" y no "creadora"; esta distinción tomará su sentido más preciso si se considera que a los cuatro términos del cuaternario pitagórico se los puede poner respectivamente en correspondencia con los "cuatro mundos" de la Kábbala hebrea.
(4)
Recordemos a este respecto que, según la doctrina hindú, Buddhi, que es el Intelecto puro y que, como tal, corresponde al Spiritus y a la manifestación informal, es ella misma la primera de las producciones de Prakriti, al mismo tiempo que es también, por otro lado, el primer grado de la manifestación de Atmâ o del Principio trascendente (V. L´Homme et son devenir selon le Vêdânta, cap. VII)
(5)
Véase Le Symbolisme de la Croix, capítulo XXIV.
(6)
El rayo luminoso y el plano de reflexión corresponden exactamente a la línea vertical y a la línea horizontal tomadas para simbolizar respectivamente el Cielo y la Tierra (V. anteriormente, fig. 7)
(7)
Es evidente que se trata aquí esencialmente de una anterioridad lógica, siendo además considerados los tres términos en simultaneidad como elementos constitutivos del ser.
(8)
Estas últimas observaciones pueden permitir el comprender que, en el simbolismo hermético de la Masonería escocesa, el Spiritus y el Anima sean representados respectivamente por las figuras del Espíritu Santo y de la Virgen, lo que es una aplicación de orden menos universal que la que hace corresponder éstos a Purusha y a Prakriti como hemos dicho al principio. Hace falta añadir que, en este caso, lo que se considera como el producto de los dos términos en cuestión no es el cuerpo, sino algo de otro orden, que es la Piedra filosofal, frecuentemente asimilada, en efecto, simbólicamente a Cristo; y, desde este punto de vista, su relación es aún más estrictamente conforme a la noción del complementarismo propiamente dicho que en lo que concierne a la producción de la manifestación corporal.
(9)
Cf. Le Règne de la Quantité et les Signes des Temps, cap. XX.
(10)
Comparando esta figura con la figura 8, se comprobará que la imagen esquemática del "mundo intermedio" aparece en cierto modo como una "vuelta" o un "giro" de la del conjunto del Cosmos; sería posible deducir de esta observación, en lo que concierne a las leyes de la manifestación sutil, ciertas consecuencias bastante importantes, pero que no podemos ni pensar en desarrollar aquí.
Capítulo XI de La Grande Triade, París, 1946

martes, mayo 09, 2006

EL MANDIL

EL MANDIL MASÓNICO
Q:.H:. A:. M:. Alfredo Aramburú Gonzales.
B:.R:.L:.S:. MANTARO 118
Valle de Lima 17 de Abril del 2006 (Trabajo leído en Logia)
“Mandil blanco piel de Cordero más Antiguo que el Toisón de Oro o el Águila Romana”

La Francmasonería es definida como: “Un sistema peculiar de moralidad, velado por alegorías e ilustrado por símbolos”. De ahí que como buenos Aprendices, debemos percibir y tomar conciencia de la simbología que encierran las prendas o atavíos que ostentan nuestras prácticas, teniendo en cuenta que algunos de ellos nos fueron otorgados en aquel momento supremo de renacimiento espiritual; en el deseo de orientar nuestros pasos por el camino que ha de conducirnos al conocimiento de la Verdad. Uno de estos símbolos es el Mandil.

Tengo la absoluta certeza, respetables y queridos hermanos, que para todos nosotros, ha de ser un recuerdo imperecedero el día de nuestra Iniciación y particularmente aquel momento en que luego del abrazo fraternal, por vez primera ceñimos el mandil de Masón. "Recibid este mandil, distintivo del Masón, y más honroso que todas las condecoraciones humanas, porque simboliza el trabajo, que es el primer deber de todo hombre Única fuente de salud, del saber, de la virtud y de la riqueza. Os da derecho a sentaros entre nosotros, y sin el nunca deberíais de estar en logia".Con estas solemnes palabras, el Venerable maestro pone al neófito el mandil de Aprendiz Masón.

Es el primer decorado que el Venerable Maestro pone al nuevo Aprendiz, gesto de transmisión por el cual se le da esta insignia distintiva del masón, que tan rotundamente ensalza el valor del trabajo. Este símbolo representa para todos los masones un sentimiento de afinidad con nuestros hermanos. Al recibirlo, lo imprimimos en nuestra memoria como el primer presente que de la Masonería recibimos, y la primera evidencia tangible para los iniciados de haber sido admitidos en esta Augusta Orden.
El mandil es la vestimenta masónica por excelencia. Es, sin duda, herencia de la Masonería Operativa, ya que en determinados oficios el uso del mandil, como el de los guantes, es fundamental por criterios de comodidad y seguridad. A menudo es de cuero. Constituye, una barrera entre el hombre y la materia. Sobre él recaerán los golpes fallidos o los resbalones de los instrumentos que trabajan la piedra y protege de sus salpicaduras durante el desbastado o la talla.
El mandil del Aprendiz es blanco. Refleja así su buena voluntad y su pureza de intención: ha pedido la Luz, ha buscado la Verdad y ha llamado a las puertas del Templo y ese, su trabajo hasta ahora, es lo que acredita su blanco mandil. En los siguientes grados sigue teniendo un fondo blanco, recordando esta rectitud de intención que debe acompañar siempre el trabajo del Masón, pero adornado con los distintivos que demuestran su crecimiento moral y espiritual.
La palabra mandil proviene del árabe hispánico mandíl, y este del Latín mantīle o mantēle que se define como :Prenda de cuero o tela fuerte que, colgada del cuello, sirve en ciertos oficios para proteger la ropa desde lo alto del pecho hasta por debajo de las rodillas. La Real Academia Española también considera otras acepciones como: Prenda de vestir que, atada a la cintura, usan las mujeres para cubrir la delantera de la falda, por lo que también se llama delantal, y por analogía, el que usan algunos artesanos; también se define como: Insignia que usan los masones, en representación del mandil de los obreros.
Como prenda de vestir los orígenes del mandil se remontan a la aparición del hombre en nuestro planeta. El Génesis al referirse a Adán y Eva luego de comer el fruto prohibido dice: “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” y más adelante dice: “Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.”. También se puede apreciar que se encuentran en las costumbres hebreas y egipcias, donde en principio se adoptó, para ser usada durante los trabajos materiales de monumentos, templos y demás construcciones de arte en materia arquitectónica. La costumbre de cubrir o proteger simbólicamente la región hipogástrica es común entre distintas civilizaciones y culturas: ceñidor de los israelitas, delantales blancos persas, fajas sagradas de los brahmanes, mantos blancos de los esenios, mandiles blancos japoneses, han sido usados en ceremonias iniciáticas y rituales.
Las antiguas liturgias de iniciación contemplaban el decirle al neófito, al tiempo que se le entregaba el mandil: "Por la piel del cordero os recordamos la pureza de la vida y la rectitud de vuestra conducta, que son tan esencialmente necesarias para poder ser admitido en la logia celestial superior, donde el Supremo Arquitecto del Universo preside toda la eternidad"
El mandil sirve para tapar la parte delantera del cuerpo, la activa, masculina y luminosa (de ahí el nombre de delantal), que es la que participa activamente en la labor, mientras que se anuda en la parte trasera o posterior, pasiva, receptiva y oscura. Dos complementarios que siempre deben equilibrarse en el justo centro, que es el propio masón. Dado que el objeto de trabajo, la piedra bruta, somos nosotros mismos, se deduce de ello que es nuestro propio plano inferior del que nos tenemos que proteger y a la vez sobre el que tenemos que trabajar a fin de lograr el máximo progreso moral y espiritual.
El mandil de Aprendiz debe ser de piel de cordero blanco sin ningún adorno, de forma rectangular de 14 a 16 pulgadas de ancho y de 12 a 14 pulgadas de alto, con babeta o solapa triangular de 3 a 4 pulgadas de alto. Es bien sabido que el cordero, simboliza la inocencia y su piel blanca la pureza, también es considerado como emblema de la humildad y la tolerancia. Nos simboliza en nuestra Orden, la perfección del cuerpo y pureza del alma, que son las cualidades más importantes y esenciales para un buen masón.
El mandil además de ser el símbolo de la inocencia del Masón, lo es de su conducta caballeresca, de su determinación de no causar mal a nadie; también lo es de su indulgencia con la apatía e ignorancia de los hombres, del perdón benévolo para sus hermanos, cuando inconscientemente le hacen mal, y de su consagración espiritual a los valores y virtudes para un mejoramiento de la Humanidad, por lo cual el hombre se eleva sobre la bestia y el mundo va hacia adelante, hacia su mejor destino.
El Aprendiz Masón debe llevar el mandil durante sus trabajos regulares, con la solapa levantada lo cual quiere indicarnos que en nosotros aún se desconoce la potencia espiritual, pero que, con esfuerzo, con voluntad e interés, podremos lograr el equilibrio moral y la fuerza espiritual necesaria de todo Masón para lograr alcanzar el recto sentido del bien, que nos hará sentir más humanos y más hermanos. El Mandil es el emblema del trabajo que redime y fecunda, que regenera y perfecciona las almas, fortaleciendo el cuerpo; nos indica a si mismo, que todos nuestros actos deben ser de completa actividad, armonía y laboriosidad.
El mandil del Aprendiz Masón con la solapa levantada, es decir con el vértice del triángulo hacia arriba, hace que el contorno de dicha prenda tome la forma de un pentágono o polígono de cinco lados, quedando así el cuadrado en un símbolo más elevado, al representar una de las caras de la piedra cúbica, lo que indica claramente, cuál es el trabajo moral, material e intelectual que los aprendices deben principiar a ejecutar durante su misión en la lucha por dominar sus pasiones y sus malos hábitos.Otra configuración que se aprecia en el mandil, consiste en que resulta una combinación entre el cuadrado y el triángulo; este último representa a la primera de las figuras geométricas, y el cuadrado es la suma de dos triángulos; esta observación nos da a entender que la geometría desempeña un papel importantísimo en las enseñanzas masónicas.

Así podemos apreciar que el triangulo de la solapa es alegórica de la inteligencia, del espíritu y del instinto humanos, que son lo que representan cada uno de sus tres lados. Luego tenemos al cuadrado, como la segunda de las superficies que es la suma de dos triángulos; y que representa a la logia, a la materia y a la naturaleza, eso nos demuestra que es la acción de la inteligencia, del espíritu y del instinto que obran sobre todo cuanto existe en el mundo objetivo; asimismo tenemos al círculo que forma la cinta que rodea la cintura, que en este caso es alegórico del área que circunda al infinito y lo desconocido, en cuyo mar de dudas e incertidumbres se encuentra el hombre dispuesto a luchar por arrancarle sus profundos misterios.
El mandil debe estar forrado de seda o raso color negro alegórico de las tinieblas, de la ignorancia, del misterio. al centro del cuadrado debe llevar un cráneo humano, sobre dos huesos en aspa, que representan a la muerte, además un grupo de siete lágrimas baña a dicho símbolo, las que personifican al dolor, la aflicción, el pesar, el sufrimiento, la tristeza, la angustia y la pena. El mandil con sus dos caras también simboliza: el día y la noche, la luz y la oscuridad, el trabajo y el reposo, la sabiduría y la ignorancia, la alegría y el dolor, los bienes y los males y la vida y la muerte. El mandil solo se usa por el reverso únicamente durante los trabajos de la logia fúnebre, en cuyo caso simboliza el luto, el reposo y la muerte y recibe el nombre de logia deL dolor.
Cuando el mandil se adhiere al cuerpo, se sostiene por una cuerda, la cual forma un círculo con respecto al cuerpo, simbolizando el espíritu de Dios. El triangulo de la babeta representa el alma Masónica, en un triangulo cuyos tres vértices significan: Tres grados fundamentales: Aprendiz, Compañero y Maestro; Tres cosas que defender: Honor, Patria y Hogar; Tres cosas que controlar: Carácter, Lengua y Conducta; Tres cualidades que estimar: Rectitud, Valor y Gratitud; Tres hechos que meditar: Vida, Muerte y Eternidad; Tres hechos que evitar: Pereza, Barbarie e Ignorancia; Tres hechos que adoptar: Libertad, Igualdad y Fraternidad y muchas otras que éste número 3 tiene particularmente para el aprendiz. El cuadrado representa nuestro cuerpo (la tierra, la materia y la esencia). Uniendo estos tres significados, tenemos presente en el mandil la representación del hombre en alma, espíritu y cuerpo.
Como podréis apreciar queridos hermanos, la importancia del mandil va mas allá que la de ser una prenda de uso indispensable durante las sesiones de las logias; pero una vez que hemos estudiado e investigado su simbolismo, llegamos a comprender que contiene innumerables lecciones de moral en el sentido filosófico. Aquí solo he intentado hacer un pequeño esbozo de lo mucho que significa el mandil para el masón.
Para culminar deseo leer solo algunos párrafos que he seleccionado de un poema escrito por el querido hermano Héctor Morales Enriquez de la R:. L:. Justicia y Libertad nº 5 del Valle de Santiago.

Hoy soy picapedrero
y cubro mi cuerpo con gruesas telas
para protegerme de las violentas aristas
que amenazan mis ojos
y ensucian mis ropas.

Cubro mi cuerpo para favorecer el trabajo,
busco la obra y la maestría,
la destreza y el ritmo,
la melodía del golpe,
la fuerza del músculo,
la fatiga, el dolor,
y el brillo en el rostro.

Hoy soy el labrador de mi destino.
He golpeado las puertas del templo
y estas se me han abierto.
Un golpe de hermandad
ha invadido mi vida.


Fraternalmente