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miércoles, julio 13, 2005

LA INICIACION EN LA EVOLUCION MISTICA - ENVIO 21/42

LIBRO “EL SER HUMANO”, ESPECULACIONES SOBRE SU MISTERIO (ENVIO 21/42)

Roger Jordan Palomino


La “iniciación” en la evolución mística

La Consciencia Divina, contenida en el Alma inmutable, casi siempre está velada por la materialidad de la parte física y mutable del ser, siendo indispensable, por tal razón, un durísimo trabajo para lograr que se revele y actúe como faro de luz para la búsqueda de la verdad. Este trabajo para develar a la Consciencia, debe comenzar mediante una meditación o reflexión profunda sobre el reconocimiento de la limitación del ser para acceder a su Alma a la que intuye dentro de sí y con capacidad de llevarlo a una mayor elevación espiritual.

Esta reflexión puede conseguirse a través de la llamada "Iniciación" por los esoteristas, y "Gracia Divina" por las religiones, o ambos métodos a la vez; en todos los casos, es indispensable el deseo sincero del ser humano de cambiar su situación de cuasi animalidad fin de lograr la obtención de conocimientos de naturaleza mas elevada que los que pueda brindar el Racionalismo sobre la verdad, conocimientos a los que se denominan "Iluminación" por los esoteristas y "Revelación" por las religiones.

La reflexión indicada se hace casi siempre en cámaras que las escuelas iniciáticas adecuan para que el candidato experimente el sentimiento del que va ha dejar un mundo de ilusión por el mundo real de la luz. En las religiones se buscan lugares de meditación o retiros espirituales.

Durante su reflexión, el ser humano debe sentir que muere para el mundo aparente en el que vivía para ingresar al mundo real de la verdad; este proceso se denomina "Muerte Iniciàtica" por las escuelas iniciáticas y "Renunciación" por la religión, la cual es absolutamente necesaria antes de nacer a una nueva vida....." No se puede nacer si no se ha muerto antes", dice Jesús el Cristo en la Biblia, dando a entender, para los que quieren entender, que para que se cumpla con la evolución del ser, el ser debe morir primero a su estado anterior para renacer a un estado superior. El continuo nacer y renacer del ser, permite el cumplimiento del imperativo cósmico de la regeneración continua o Palingenesia.

Efectivamente, en dicha reflexión, es necesario que se produzca la crisis interior del que debe morir a la vida de ilusión para renacer cualitativamente superior.

El lugar de dicha reflexión, debe ser el punto en él
Espacio, que a manera de tumba, facilite el acceso al comienzo del sendero de la luz de la verdad, en el que el espacio y el tiempo no tienen ya sentido, ya que estos son sólo parámetros que la mente del que no ha obtenido conocimientos de naturaleza mas elevada mediante la “Iluminación” iniciática o la “Revelación” religiosa, necesita para razonar y explicar el mundo fenomenològico que lo rodea.

En esta reflexión o meditación, se debe meditar en el grado de alejamiento y falsedad del Yo o Ego que el ser humano ha venido construyendo alejado del Alma, y que ha venido conduciendo sus pasos por el camino del egoísmo que normalmente sigue para satisfacer inarmonicamente a su cuerpo, el cual, sólo está formado de los elementos tierra, agua, aire y fuego, destinados, por su naturaleza, a retornar a sus fuentes cuando la asociación del cuerpo con el Alma Divina haya cesado.

En realidad, no se podrá nacer a una nueva vida en la que sea la luz verdadera del Alma la que la gobierne, si, mediante la muerte iniciàtica o renunciación religiosa no se ha dado primero muerte al equivocado Yo o Ego que normalmente caracteriza al ser y, con el cual, todo avance hacia la búsqueda de su Alma sería irreal, para hacer renacer un Yo o Ego mas acorde con la perfección de su Alma.

Como ya se expresó varias veces, la materia, cuya manifestación mas elevada es el cuerpo humano, es de signo negativo pues es lo creado, ella está constituida por los elementos tierra, agua, aire y fuego; y el Alma, que es de la misma naturaleza de Dios, es de signo positivo pues pertenece a lo creador. La materia pertenece al fenómeno y se da en el mundo de los efectos en el que todo es y no es al mismo tiempo pues siempre esta cambiando, y el Alma pertenece al noumeno y actúa en el mundo de las causas donde nada cambia; por ello, si el que inicia su nueva vida quiere hallar la verdad trascendente, debe antes lograr que sea la fuerza creadora y positiva del Alma la que dirija su vida y no la fuerza intrascendente y negativa de la materia.

En tal razón, la muerte iniciàtica o renunciación religiosa es absolutamente necesaria, y las reflexiones que deben preceder a dicha muerte o renunciación deben tener el efecto de una real crisis interna que, a manera de agonía, se debe sentir en el lugar que para tal fin se ha habilitado.

Esta es la primera condición para que, después de un duro trabajo, se pueda pasar del estado inferior en que se encuentra, estado que corresponde al mundo fenomènico o de los efectos y al que todo le acontece, al estado superior del que actúa en el mundo noumènico y en el se dan las causas.

Ello sólo es posible cuando se ha logrado que él Yo o Ego se armonice y se eleve a la altura del Alma espiritual, transmutando él Yo o Ego que se ha creado como producto de los imperativos de la vida material

Con la iniciación o renunciación se debe esperar más trabajo del que se ha tenido sin creer que ella es suficiente para alcanzar la “Iluminación” o la “Revelación”; ella es sólo el inicio de un arduo camino, al final del cual, si se ha realizado un buen trabajo, se debe haber logrado la total armonía de su Yo o Ego con su Alma, de tal manera que esta quede libre para que realice el trabajo para la que ha sido encarnada en el hombre.

La iniciación equivale pues a la toma de consciencia del bajo nivel evolutivo en la que vive el ser, y al propósito de elevarse en forma real, constituyendo este paso el verdadero inicio de la durísima obra de cambiar su precariedad espiritual en una verdadera y sólida riqueza espiritual.

En esta parte se presentarán sólo las propuestas de la Masonería y de la Rosacruz por parte de las escuelas iniciáticas, y de la Iglesia Cristiana por parte de la Religión, sin revelar los propios e internos secretos de dichas escuelas iniciáticas que corresponden, sobre todo, a sus ritos, y sin dejar de indicar que otras escuelas iniciáticas o religiones puedan brindar caminos valederos para una real evolución.

En este punto, es útil insistir que cualquiera sea el camino escogido, siempre será preferible que la Religión que el ser humano profese sea la beneficiaria final de todos sus avances espirituales, ya que esta le proporciona una metodología de práxis moral y de ejercicio de su fe; claro está, si dicha Religión no está plagada de distorsiones producidas por el dogmatismo y las supersticiones, o de que priorice más su ritual exotérico sin buscar para sus seguidores su verdadera evolución que debe ser interna, es decir, esotérica, como se manifestó.