EL LIBRE ALBEDRIO Y LA MENTE DE DIOS - envio 17/42
LIBRO “EL SER HUMANO”, ESPECULACIONES SOBRE SU MISTERIO (ENVIO 17/42)
Roger Jordan Palomino
El libre albedrío y la mente de Dios.
Dios es una entidad a la que hemos reconocido como de naturaleza constructiva; es decir, al estar eternamente creando, Dios mismo es el amor pues sólo el amor crea.
Así pues, es posible que el hombre con su libre albedrío y siendo una creación mental de Dios, puede efectivamente vivir en el ámbito de su amor, o salirse fuera de dicho ámbito.
Si el hombre vive libremente en el ámbito del amor de Dios, estará siempre en su mente como proyecto y posibilidad; si opta por vivir fuera de dicho ámbito, el hombre simplemente será un proyecto sin posibilidad.
En otros términos, es posible que el bien o el mal no sean mas que situaciones en las que el hombre, con su libre albedrío, se coloca para ser un ser con posibilidad o imposibilidad de trascendencia. Es decir, la trascendencia sólo puede ser posible en la mente de Dios, nunca fuera de ella.
En este punto, es necesario recordar el pensamiento hermético anteriormente mencionado ya que, según este pensamiento, si el hombre, que es manifestación material y espiritual de Dios, vive en su amor, entonces está en su pensamiento, y si está en su pensamiento, esta en su luz, y si está en su luz; su energía y su materia estarán en su mente; por el contrario, si el hombre, no vive en su amor, se coloca fuera de su pensamiento, y si esta fuera de su pensamiento, está fuera de su luz y si está fuera de su luz; su energía y su materia quedarán fuera de su mente.
Entonces, según lo manifestado; ¿Tiene el hombre libre albedrío para estar dentro de la mente de Dios viviendo en el bien o salirse de la mente de Dios viviendo en el mal?
Todo este profundo misterio se puede explicar un poco mas si se piensa que por ser creación mental de Dios, el hombre no es una criatura inanimada, como una figura dibujada en un lienzo; somos mas bien, como las criaturas que el hombre mismo suele crear en su mente; ellas tienen vida y energía propias en su imaginación como lo demuestra el hecho de que dichas creaciones mentales del hombre no siempre actúen según su voluntad.
Esta extraña experiencia se la puede comprobar cuando el hombre crea seres y situaciones que muchas veces adquieren tanta presencia en su mente que logran inclusive dominarlo haciéndose presentes solo ante algún estímulo, y, a veces, hasta sin necesidad de estímulos. Los pensamientos negativos son el mejor ejemplo de lo indicado; muchas veces el hombre se enajena a ellos los que, puestos en práctica, pueden crearle adicción hasta esclavizarlo, pues ellos viven realmente en su mundo mental y se fortifican con la práctica frecuente. La exacerbación de estas situaciones puede corresponder a estados patológicos de la mente, sea por el uso de alucinógenos o por el deterioro de los sistemas de control psíquico, dando lugar a la esquizofrenia.
El hipnotismo es otra experiencia ya científica que prueba que las creaciones mentales tienen energía o vida. Efectivamente, el hipnotizador puede enviar sugestiones mentales al hipnotizado y este las vivirá realmente, al punto de producirle efectos visibles como alegría, terror, etc.
Se debe recordar que el pensamiento es una energía y la energía no desaparece sino que sólo se transforma, por lo que es posible también transmutar los pensamientos negativos debilitándolos y neutralizándolos con otros pensamientos positivos.
Al respecto, Helena Blavatsky, fundadora de la Teosofía Occidental manifiesta en su obra: “ La Doctrina Secreta”, que el Dr. Draper, en su libro: “Conflictos entre la Religión y la Ciencia” sostiene que: “ Jamás cae una sombra sobre un muro sin dejar en el una huella permanente que puede hacerse visible recurriendo a los procedimientos adecuados. Los retratos de nuestros amigos o paisajes pueden permanecer ocultos a la vista en la superficie sensitiva, pero dispuestos se hallan a aparecer tan pronto como se acude a los medios propios para desarrollarlos. Un espectro hállase oculto en la superficie de plata o de cristal, hasta que por medio de la mal llamada magia, la hacemos aparecer en el mundo visible. En los muros de nuestras habitaciones más recónditas, en que creemos no haya penetrado jamás el ojo del intruso y donde nos figuramos que nadie puede perturbar nuestro retiro, existen vestigios de todos nuestros actos, las siluetas de todo cuanto hemos hecho”.
En la misma obra Helena Blavatsky manifiesta que, el mismo Dr. Draper y el científico Jevons, sostienen que: “Cada pensamiento desplaza las partículas del cerebro, y poniéndolas en movimiento, las disemina a través del Universo; creen también que cada partícula de la materia existente debe ser un registro de todo cuanto ha sucedido”. De esta manera, sostiene H. Blavatsky: “ Los conocimientos herméticos u ocultistas han comenzado a adquirir derechos de ciudadanía en las especulaciones del mundo científico”.
En otra parte de la obra mencionada, H. Blavatsky manifiesta que P. Christian, en sus libros:
“La historia de la magia” y “ El hombre rojo de las Tullerías” sostiene que: “Tanto las palabras pronunciadas por los individuos como sus nombres, influyen grandemente en su destino futuro porque nuestra Alma (Mente) crea o evoca un pensamiento, el signo representativo de este pensamiento existe grabado por sí mismo en el fluido astral, que es el receptáculo, y por decirlo así, el espejo de todas las manifestaciones de la existencia”.
“El signo expresa la cosa; la cosa es la virtud (escondida u oculta) del signo.”
“Pronunciar una palabra es evocar un pensamiento y hacerlo presente; la potencia magnética del lenguaje humano es el principio de todas las manifestaciones del Mundo Oculto. El pronunciar un Nombre no es sólo definir un Ser (una Entidad) sino que lo expone y lo condena por medio de la emisión de la palabra (Verbum) a la influencia de una o más potencias ocultas. Las cosas son, para cada uno de nosotros, aquello en que él (el Verbo) las convierte mientras las nombramos. La palabra (Verbum) o el lenguaje de cada hombre es inconscientemente para él una bendición o una maldición; por esto, nuestra ignorancia presente acerca de las propiedades o atributos de la idea, lo mismo que respecto de los atributos y propiedades de la materia, es con frecuencia fatal para nosotros”.
“Si los hombres (y sus pensamientos y palabras) son benéficos o maléficos; son, en cierto sentido, o venenosos o dispensadores de salud, con arreglo a las influencias ocultas unidas por la Sabiduría Suprema a sus elementos, esto es, a las letras que los componen y a los números correlativos a las letras”
Por otra parte, se puede sostener que el mismo Yo o Ego es en realidad una creación mental del hombre pues es el producto de las sensaciones materiales de su cuerpo y espirituales de su Alma, y será tanto mas positivo cuanto más afinidad tenga con su Alma, o más negativo cuanto más afinidad tenga con su cuerpo. Este Yo o Ego, cualquiera sea su naturaleza, siempre asume la representatividad del hombre al punto de caracterizarlo como se expresó; hecho este que estaría demostrando la capacidad mental del hombre de crear ya que, por otra parte, como también se expresó, el hombre, por su voluntad y dirigido por su Consciencia, puede variar las características de su Yo o Ego, el que, en realidad contiene a todas sus creaciones mentales.
Si el hombre, que es una criatura todavía en evolución puede crear vida mental tal como lo sostienen no pocos ocultistas, filósofos y científicos, y hasta crear y modificar su propio Yo o Ego; con cuanta mayor energía y realidad pueden tener vida las criaturas creadas por el poder mental de Dios.
Si el hombre, como un ser con una parte material mutable y una parte espiritual eterna, siempre está cambiando, entonces es necesario dar respuesta hacia donde cambia, es decir para que existe.
Roger Jordan Palomino
El libre albedrío y la mente de Dios.
Dios es una entidad a la que hemos reconocido como de naturaleza constructiva; es decir, al estar eternamente creando, Dios mismo es el amor pues sólo el amor crea.
Así pues, es posible que el hombre con su libre albedrío y siendo una creación mental de Dios, puede efectivamente vivir en el ámbito de su amor, o salirse fuera de dicho ámbito.
Si el hombre vive libremente en el ámbito del amor de Dios, estará siempre en su mente como proyecto y posibilidad; si opta por vivir fuera de dicho ámbito, el hombre simplemente será un proyecto sin posibilidad.
En otros términos, es posible que el bien o el mal no sean mas que situaciones en las que el hombre, con su libre albedrío, se coloca para ser un ser con posibilidad o imposibilidad de trascendencia. Es decir, la trascendencia sólo puede ser posible en la mente de Dios, nunca fuera de ella.
En este punto, es necesario recordar el pensamiento hermético anteriormente mencionado ya que, según este pensamiento, si el hombre, que es manifestación material y espiritual de Dios, vive en su amor, entonces está en su pensamiento, y si está en su pensamiento, esta en su luz, y si está en su luz; su energía y su materia estarán en su mente; por el contrario, si el hombre, no vive en su amor, se coloca fuera de su pensamiento, y si esta fuera de su pensamiento, está fuera de su luz y si está fuera de su luz; su energía y su materia quedarán fuera de su mente.
Entonces, según lo manifestado; ¿Tiene el hombre libre albedrío para estar dentro de la mente de Dios viviendo en el bien o salirse de la mente de Dios viviendo en el mal?
Todo este profundo misterio se puede explicar un poco mas si se piensa que por ser creación mental de Dios, el hombre no es una criatura inanimada, como una figura dibujada en un lienzo; somos mas bien, como las criaturas que el hombre mismo suele crear en su mente; ellas tienen vida y energía propias en su imaginación como lo demuestra el hecho de que dichas creaciones mentales del hombre no siempre actúen según su voluntad.
Esta extraña experiencia se la puede comprobar cuando el hombre crea seres y situaciones que muchas veces adquieren tanta presencia en su mente que logran inclusive dominarlo haciéndose presentes solo ante algún estímulo, y, a veces, hasta sin necesidad de estímulos. Los pensamientos negativos son el mejor ejemplo de lo indicado; muchas veces el hombre se enajena a ellos los que, puestos en práctica, pueden crearle adicción hasta esclavizarlo, pues ellos viven realmente en su mundo mental y se fortifican con la práctica frecuente. La exacerbación de estas situaciones puede corresponder a estados patológicos de la mente, sea por el uso de alucinógenos o por el deterioro de los sistemas de control psíquico, dando lugar a la esquizofrenia.
El hipnotismo es otra experiencia ya científica que prueba que las creaciones mentales tienen energía o vida. Efectivamente, el hipnotizador puede enviar sugestiones mentales al hipnotizado y este las vivirá realmente, al punto de producirle efectos visibles como alegría, terror, etc.
Se debe recordar que el pensamiento es una energía y la energía no desaparece sino que sólo se transforma, por lo que es posible también transmutar los pensamientos negativos debilitándolos y neutralizándolos con otros pensamientos positivos.
Al respecto, Helena Blavatsky, fundadora de la Teosofía Occidental manifiesta en su obra: “ La Doctrina Secreta”, que el Dr. Draper, en su libro: “Conflictos entre la Religión y la Ciencia” sostiene que: “ Jamás cae una sombra sobre un muro sin dejar en el una huella permanente que puede hacerse visible recurriendo a los procedimientos adecuados. Los retratos de nuestros amigos o paisajes pueden permanecer ocultos a la vista en la superficie sensitiva, pero dispuestos se hallan a aparecer tan pronto como se acude a los medios propios para desarrollarlos. Un espectro hállase oculto en la superficie de plata o de cristal, hasta que por medio de la mal llamada magia, la hacemos aparecer en el mundo visible. En los muros de nuestras habitaciones más recónditas, en que creemos no haya penetrado jamás el ojo del intruso y donde nos figuramos que nadie puede perturbar nuestro retiro, existen vestigios de todos nuestros actos, las siluetas de todo cuanto hemos hecho”.
En la misma obra Helena Blavatsky manifiesta que, el mismo Dr. Draper y el científico Jevons, sostienen que: “Cada pensamiento desplaza las partículas del cerebro, y poniéndolas en movimiento, las disemina a través del Universo; creen también que cada partícula de la materia existente debe ser un registro de todo cuanto ha sucedido”. De esta manera, sostiene H. Blavatsky: “ Los conocimientos herméticos u ocultistas han comenzado a adquirir derechos de ciudadanía en las especulaciones del mundo científico”.
En otra parte de la obra mencionada, H. Blavatsky manifiesta que P. Christian, en sus libros:
“La historia de la magia” y “ El hombre rojo de las Tullerías” sostiene que: “Tanto las palabras pronunciadas por los individuos como sus nombres, influyen grandemente en su destino futuro porque nuestra Alma (Mente) crea o evoca un pensamiento, el signo representativo de este pensamiento existe grabado por sí mismo en el fluido astral, que es el receptáculo, y por decirlo así, el espejo de todas las manifestaciones de la existencia”.
“El signo expresa la cosa; la cosa es la virtud (escondida u oculta) del signo.”
“Pronunciar una palabra es evocar un pensamiento y hacerlo presente; la potencia magnética del lenguaje humano es el principio de todas las manifestaciones del Mundo Oculto. El pronunciar un Nombre no es sólo definir un Ser (una Entidad) sino que lo expone y lo condena por medio de la emisión de la palabra (Verbum) a la influencia de una o más potencias ocultas. Las cosas son, para cada uno de nosotros, aquello en que él (el Verbo) las convierte mientras las nombramos. La palabra (Verbum) o el lenguaje de cada hombre es inconscientemente para él una bendición o una maldición; por esto, nuestra ignorancia presente acerca de las propiedades o atributos de la idea, lo mismo que respecto de los atributos y propiedades de la materia, es con frecuencia fatal para nosotros”.
“Si los hombres (y sus pensamientos y palabras) son benéficos o maléficos; son, en cierto sentido, o venenosos o dispensadores de salud, con arreglo a las influencias ocultas unidas por la Sabiduría Suprema a sus elementos, esto es, a las letras que los componen y a los números correlativos a las letras”
Por otra parte, se puede sostener que el mismo Yo o Ego es en realidad una creación mental del hombre pues es el producto de las sensaciones materiales de su cuerpo y espirituales de su Alma, y será tanto mas positivo cuanto más afinidad tenga con su Alma, o más negativo cuanto más afinidad tenga con su cuerpo. Este Yo o Ego, cualquiera sea su naturaleza, siempre asume la representatividad del hombre al punto de caracterizarlo como se expresó; hecho este que estaría demostrando la capacidad mental del hombre de crear ya que, por otra parte, como también se expresó, el hombre, por su voluntad y dirigido por su Consciencia, puede variar las características de su Yo o Ego, el que, en realidad contiene a todas sus creaciones mentales.
Si el hombre, que es una criatura todavía en evolución puede crear vida mental tal como lo sostienen no pocos ocultistas, filósofos y científicos, y hasta crear y modificar su propio Yo o Ego; con cuanta mayor energía y realidad pueden tener vida las criaturas creadas por el poder mental de Dios.
Si el hombre, como un ser con una parte material mutable y una parte espiritual eterna, siempre está cambiando, entonces es necesario dar respuesta hacia donde cambia, es decir para que existe.
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