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jueves, julio 07, 2005

FINALIDAD DE LA EXISTENCIA DEL HOMBRE - ENVIO 18/42

LIBRO “EL SER HUMANO”, ESPECULACIONES SOBRE SU MISTERIO (ENVIO 18/42)
Roger Jordan Palomino

Finalidad de la existencia del hombre

Una de las grandes interrogantes respecto del hombre, es el motivo por cual Dios ha tenido la "necesidad" de crear el Universo y dentro de él, al hombre. ¿Que es el hombre para Dios? ; ¿Para que le sirve? ; ¿El hombre es una entidad sin finalidad, es decir atélica? ; o por el contrario, teleológicamente hablando; ¿Ha sido creado para un fin específico?.

Frente a tan tremenda cuestión, la Ciencia, nuevamente se queda sin poder metodológico para responder de manera absoluta, y apenas la Filosofía nos da aproximaciones, no quedando otra alternativa que acudir a las respuestas del Misticismo de la Religión y de las escuelas iniciáticas, y, desde luego, a las propias especulaciones. Por tal razón, es necesario alertar que las aseveraciones que aquí se hagan, deben ser tomadas con mucho cuidado pues tienen que ver ya con asuntos de fe religiosa.

Respecto a la Filosofía, el filósofo Suizo Enrique Federico Amiel quien vivió entre 1821 y 1881 decía: “ El centro de la vida no está ni en nuestros pensamientos ni en nuestros sentimientos; ni en nuestra voluntad ni en nuestra consciencia, aunque esta piense, sienta o desee. La verdad moral puede habernos penetrado y poseído, pero se nos escapa muy fácilmente. Mas profundo que nuestra consciencia está nuestro propio Ser, nuestra verdadera sustancia, nuestra naturaleza. Realmente nuestra vida está compuesta por aquellas verdades que han llegado a esos remotos dominios, que se han convertido en nosotros mismos, que se han tornado espontáneos, involuntarios, instintivos e inconscientes, o sea, que son algo de nuestra propiedad. Mientras sigamos creyendo que existe un espacio entre la verdad y nosotros, nos estaremos separando cada vez mas de ésta”.

“Los pensamientos, los sentimientos, los deseos y aun la propia consciencia de la vida no es la vida. Pero sólo la paz y el reposo podrán ser encontrados tan sólo en la vida y en la vida eterna, y la vida eterna es vida divina; por lo tanto es Dios. El propósito de la vida es convertirse en divino; entonces, cuando lo hayamos alcanzado será nuestra la verdad y ya no la perderemos jamás, porque ésta ya no estará fuera de nosotros, ni en nosotros, sino que seremos la verdad; y ella uno con nosotros; nosotros mismos somos una verdad; un deseo, una obra de Dios. La Libertad se ha convertido en la naturaleza porque la criatura es una con el creador, una a través del amor”

Por su parte, la Religión nos revela a través del evangelio de San Juan que Jesús dijo: "Que todos sean uno como tu, Padre, estás en mí, y yo en ti. Sean también uno en nosotros: así el mundo creerá que tu me has enviado. Esa gloria que me diste, se la di a ellos, para que sean uno como tu y yo somos uno. Así seré yo en ellos y tú en mí, y alcanzarán la perfección en esta unidad ( San Juan 17,21,22 y 23).

Teniendo en cuenta la inmensa sabiduría que todos le reconocen a Jesús el Cristo, es conveniente reflexionar sobre tan profundas aseveraciones recogidas por San Juan en su evangelio, pues ellas podrían revelar la finalidad de la existencia del ser humano de la manera mas clara y directa.

Según Jesús, el hombre existe para ser como el padre; es decir, como Dios. Efectivamente, conforme se venía especulando, el hombre estaría regresando a su origen en su proceso de evolución por la misma escala vibratoria que lo creó; es decir estaría viajando desde hace millones de años, desde su primera manifestación en la forma más primitiva de organización material; del estado mineral al vegetal, luego al animal, y de allí al estado humano, y cuando ya tuvo capacidad de alcanzar parte de la Consciencia Universal, desde las razas más pretéritas que se le reconocen como su origen; es decir desde el Pitecántropos Erectus, al Neardenthal, luego al Cromagñon, luego al Homus Hábilis y ahora al Homus Sapiens y de allí ¿Hacia donde?

Como ya se dijo; si en su proceso de evolución el hombre ha logrado el libre albedrío, y con esta capacidad puede estar dentro o fuera de la mente de Dios; y si su cuerpo material está en continuo cambio, de tal manera que al mismo tiempo que es nunca es y no tendrá trascendencia; y si su Alma es inmutable por que de todas maneras regresará al seno del Alma Universal; y si su Yo o Ego es una entidad que se va creando en armonía o no con la mente de Dios según el libre albedrío; entonces resulta que la finalidad de la existencia del ser humano tendría que ser la de: Lograr que él Yo o Ego aprenda en la vida la manera de alcanzar, juntamente con el Alma, la trascendencia en la mente de Dios.

Es muy posible que a estas alturas de la especulación, se llegue a situaciones en que la capacidad de razonamiento se vea limitada por lo absoluto e indefinible; por tal razón, y con frecuencia, se hagan declaraciones tautológicas.

Así pues, aunque sea una declaración tautológica, se puede decir también que para lograr la finalidad expresada, el hombre no tiene otra alternativa que continuar con el proceso de su evolución hasta alcanzar la finalidad de su existencia.

Para ello, siendo Dios una entidad perfecta, la evolución indicada debe ser tal, que el ser humano logre la armonía total con la mente de Dios mediante una evolución también perfecta.

En otras palabras, siendo el hombre una entidad en la que se han identificado un cuerpo físico material de signo negativo, mutable y mortal; un Alma espiritual de signo positivo, inmutable e inmortal; y un Yo o Ego de naturaleza espiritual, de signo positivo y negativo, mutable y con capacidad de trascendencia; resulta claro que la evolución perfecta tiene que ser tal, que, al mismo tiempo que permita la trascendencia, sea también armónica con las leyes de la creación; es decir, armónica con la parte material y con la parte espiritual del ser, habida cuenta que estas partes del ser, son manifestación de Dios; por lo tanto buenas.

Por lo expuesto, y como se verá en la siguiente parte, no es posible aceptar teorías o creencias que consideren que la evolución se logrará sacrificando las legítimas necesidades de la parte material del ser, así como no se podría aceptar que ella pueda lograrse sacrificando las también legítimas necesidades de la parte espiritual.

Por tal razón, es útil recordar lo ya expresado en la parte primera: “Dios en su perfección y sabiduría ha dispuesto que en la economía Cósmica de su creación nada sobre ni nada falte”, y en su evolución, el ser humano debe tener muy en cuenta dicho enunciado buscando siempre la armonía de los extremos de su composición: Materia y Espíritu; sin tomar de ellos, ni más ni menos de lo que la Consciencia de sí señale.