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viernes, julio 15, 2005

LA EVOLUCION RELIGIOSA - ENVIO 23/42

LIBRO “EL SER HUMANO”, ESPECULACIONES SOBRE SU MISTERIO (ENVIO 23/42)
Roger Jordan Palomino

La evolución religiosa

Casi todas las religiones proponen como caminos para evolucionar, el cumplimiento de doctrinas y ritos que difieren según su credo.

Todas ellas coinciden en que es la fe en la que deben sustentarse dichas doctrinas, por lo que se puede afirmar que la fuerza de las religiones para su cumplimiento radica principalmente en el Centro de la Emoción.

Parte esencial de una doctrina religiosa es la práctica de ciertas virtudes a las que los diccionarios definen como: “El habito y disposición del Alma para las buenas acciones”.

La Religión cristiana clasifica a sus virtudes como Cardinales que son 4, a saber: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza, y Teologales que son 3, a saber: Fe, Esperanza y Caridad.

Las Virtudes Cardinales son para aplicarlas en uno mismo y las Teologales para conectarse mejor con Dios. Ambas virtudes sirven también para mejorar la relación del hombre con sus semejantes.

Efectivamente, si nos referimos a la definición de lo que se considera como cardinal, vemos que estas cuatro virtudes, que son la Prudencia, la Justicia, la Fortaleza y la Templanza, y que se refieren principalmente al ser humano en su relación consigo mismo y con sus semejantes, actúan como ejes orientadores de su vida en la tierra; es decir, actúan como una brújula que señala claramente lo que hay que hacer para que el hombre como hombre aspire a su supervivencia y a la de sus semejantes; y si nos referimos a la definición de lo que se considera como Teologal, vemos que, estas tres virtudes que son la Fe, la Esperanza y la Caridad, y que se refieren a la relación del hombre con Dios, actúan como los vehículos con los cuales el hombre puede aspirar llegar a Dios en forma segura para lograr su redención.

Vale la pena sin embargo, aclarar, para reforzar lo expuesto, que la iglesia considera a la Virtud Teologal de la Caridad, como el amor que el hombre debe tener a Dios y a sus semejantes, por lo que esta virtud, puede ser considerada ambivalente para Dios y para el hombre; pero profundizando un poco el análisis, vemos que el amor que se nos pide en la caridad, proviene de Dios a través del Alma y va a él mismo y a sus criaturas predilectas.