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lunes, junio 27, 2005

E L A L M A - ENVIO 12/42

LIBRO “EL SER HUMANO”, ESPECULACIONES SOBRE SU MISTERIO (ENVIO 12/42)
Roger Jordan Palomino

El Alma

Cuando el espíritu de Dios, encarna en un hombre específico, adopta una cierta individualización según las circunstancias de este, circunstancias que tienen que ver con su conformación física, su raza, nación, situación social, sexo, cultura, época, etc. Por tal razón, el filósofo Ortega y Gasset, decía que " el hombre era el y sus circunstancias".

Esta individualización del espíritu de Dios en un hombre específico, es lo que llamamos Alma.

Esta Alma es la que le permite al ser humano tener Consciencia de sí, la que aparece como una consecuencia de las sensaciones que experimenta el Alma a través del cuerpo; el cuerpo es pues el vehículo para que se manifieste la Consciencia de sí.

Esta Consciencia de sí, es la que le permite al ser humano el mantener su identidad a pesar de los continuos cambios de su parte material, también le permite el buscar el conocimiento para progresar, y a vislumbrar e intuir ciertos valores éticos y estéticos, que nadie racionalmente podría sostener, son producto de su parte mineral, vegetal o animal, ya que estas tienen sus propias y particulares leyes; no quedando otra alternativa, hasta ahora, que aceptar, que dicha Alma funciona en planos de existencia todavía inalcanzables a la comprensión del hombre y a la Ciencia.

Efectivamente, la Ciencia, a través de la Psicología tiene una explicación para esto y los métodos iniciáticos varias versiones según su escuela.

Según una de las órdenes iniciaticas mas prestigiadas de Occidente, el Alma se manifiesta en el hombre en varios planos; así, en las cercanías a Dios, actúa el plano más elevado llamado de la Mente Universal; de este plano proviene la inspiración, la intuición, y el deseo del hombre por la búsqueda de la belleza, de la justicia, de los valores. etc. A este plano no es fácil acceder consciente y voluntariamente sino sólo a través de procesos psíquicos o místicos especiales mediante los cuales se puede lograr la armonía con dicha mente.

Del plano de la Mente Universal, del que se acaba de hablar, se desciende al plano de la Mente Subjetiva que contiene el archivo de la memoria actual, es decir al que se puede acceder con cierta facilidad y que contiene también a las facultades del razonamiento, los hábitos y la imaginación. Esta Mente subjetiva está mas al alcance del ser mediante la simple voluntad.

De la Mente Subjetiva, se baja aun más, hacia la Mente Objetiva, que es la que actúa a través de los cinco sentidos por medio de sus sensaciones y sobre la cual, la voluntad no tiene poder sino los reflejos; esta es la mente de la parte animal del hombre, y es la que lo anima vitalmente. Existen ciertos procedimientos iniciáticos , particularmente de los Yogas, para controlar dichas sensaciones.

En esta parte sería de utilidad especular sobre la multiplicación de la especie humana con relación al alma de cada nuevo ser humano. Al respecto, es posible que el espíritu encarnado en un hombre específico y que llamamos Alma, no sólo impulse y direccione la evolución de este, sino que también transmita a las porciones del Espíritu de Dios que constituirán nuevas almas su experiencia. Esta experiencia acumulada por la especie humana es la que llamamos Civilización.

Para resumir, el Alma del hombre se manifiesta en tres planos que son, el de la Mente Universal,
el de la Mente Subjetiva o racional, y el de la Mente Objetiva o animal. Así pues, el hombre puede satisfacer sus necesidades físicas sobre la base de sus reflejos sensoriales con su Alma trabajando en el plano de la Mente Objetiva; puede satisfacer también sus necesidades intelectuales sobre la base de su capacidad de razonar inductiva, deductiva y silogísticamente, con su Alma trabajando en el plano de la Mente Subjetiva; y puede recibir, inspiraciones, revelaciones, iluminación, etc., de la Mente Universal, cuando el ser, por su evolución, logra la capacidad de acceder a esta en un estado llamado por la Psicología como Intuición, por las escuelas iniciáticas como “Iluminación” y por las religiones como “Revelación”.

Al respecto, San Alberto Magno quien fue un gran teólogo y filósofo alemán que vivió entre 1193 y 1280, en su tratado denominado “De Adhaerendo Deo”, dice lo siguiente: “ Cuando San Juan dice que Dios es en espíritu, y que debemos adorarle en espíritu, nos quiere decir que la mente debe estar limpia de toda imagen. Cuando oréis, cerrad la puerta, me refiero a la puerta de vuestros sentidos, mantenedla atrancada y con el cerrojo echado para evitar todas las ilusiones e imágenes. A Dios nada le complace más que una mente libre de toda ocupación y toda distracción. Esa mente se transforma en Dios, pues no puede pensar, comprender o amar nada, excepto a Dios: sólo ve en Dios otras criaturas y a ella misma. Quien puede penetrar dentro de sí, trascender su propia persona, verdaderamente asciende a Dios. Quien amó y deseó, está por encima de todo lo que es manifiesto y todo lo que es inteligible; los sentidos y la imaginación no nos pueden llevar a El, pero sí el deseo de un corazón puro. Así llegamos a la obscuridad de la mente, por la que podemos ascender a la contemplación aun del misterio de la trinidad. No penséis acerca de la tierra, ni de vuestros amigos, ni de vuestro pasado, presente o futuro, mas considérense a sí mismos como que están en el exterior del mundo, solos con Dios, como si vuestra alma estuviese ya separada del cuerpo y ya no tuviese ningún interés en la paz o en la guerra, o en el estado del mundo. Abandonad vuestro cuerpo y fijad vuestra mirada en la luz increada. No permitáis que algo se interponga entre ustedes y Dios.”

Por su parte, el gran místico alemán Juan Eckhart, quien vivió entre 1260 y 1327, reconociendo tácitamente que el Alma era la parte de Dios mas elevada a la que el hombre había logrado tener acceso, decía respecto de ella: “Dentro del Alma existe algo superior a ella, algo divino, llano, purísimo. Mas bien anónimo y desconocido. De esto, me he acostumbrado a hablar en mis disertaciones. A veces le he llamado un poder, a veces una luz increada y otras más, un resplandor divino. Es absoluto, carente de forma y de nombre, exactamente igual a Dios, quien también es libre y absoluto. Es superior al conocimiento, al amor y a la gracia; pues, en todos estos, todavía existe la distinción. En este poder Dios brota y florece en manifestación Suprema, y el Espíritu prospera en Dios. Dentro de esta fuerza el Padre produjo a su Hijo unigénito, en esencia como El, y en esta luz surgió el Espíritu Santo.”

Siendo fundamental la compresión de la naturaleza del Alma, nunca serán suficientes los aportes de la comprensión que de ella han tenido los grandes filósofos y místicos de todos los tiempos; por tal razón se agregan a las dos profundas consideraciones anteriores, la siguiente consideración que pertenece al gran filósofo griego Platón quien vivió entre el 427 y el 347 A.C: “ En el mundo del saber, la forma esencial de Dios aparece al final de todo y apenas puede percibirse; mas cuando se advierte, no podemos menos que concluir que desde todos los puntos de vista, es la fuente de todo lo esplendoroso y lo bello en el mundo visible, que da origen a la luz y es el principio del Sol; y en el mundo intelectual, otorga la verdad y la razón; y quienes actúen sabiamente, colocarán esta forma de Dios ante sus ojos.

Este razonamiento nos demuestra que en el Alma reside una facultad, un instrumento, que capacita a cada uno de nosotros para aprender; y que esta facultad o instrumento debe hacerse girar en compañía del alma entera desde el mundo efímero, hasta que esta sea capaz de resistir la contemplación del mundo real y la parte más brillante de este, la cual es la forma de Dios: ¿ Estoy en lo correcto?

Este es un tema que comprende la revolución de un alma, que es la travesía a lo largo de un camino que conduce desde una especie de día obscuro como la noche, hasta un verdadero día de existencia real; y sin duda, declararíamos que la verdadera filosofía está en camino.”

Para terminar esta parte, se debe expresar que el Alma del hombre, por ser parte del Espíritu de Dios es absolutamente buena y goza de las mismas propiedades de este; pero al tomar el hombre Consciencia de sí, accede por voluntad divina a lo que se denomina el Libre Albedrío, por lo que esta alma pura puede verse afectada con las consecuencias del buen o mal uso que el hombre haga de su libre albedrío como se verá mas adelante.