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lunes, junio 20, 2005

EL SER HUMANO - ENVIO 10/42

LIBRO “EL SER HUMANO”, ESPECULACIONES SOBRE SU MISTERIO (ENVIO 10/42)
Roger Jordan Palomino.

PARTE II

“ Entonces Jehová Dios
formó al hombre del polvo
de la tierra, y sopló en su
nariz aliento de vida, y fue
el hombre un Alma viviente”
(Génesis 2, 7)

EL SER HUMANO

Definida en la primera parte la necesidad del sincretismo y del libre pensamiento como metodología, así como la existencia de una Causa Primera a la que se ha convenido, como lo hace la mayoría, llamarle Dios; en esta segunda parte se tratará de dar respuestas sobre el motivo central de esta obra: El hombre; en lo concerniente a su origen, a su composición y a la finalidad de su existencia.

Para semejante tarea, se utilizarán en algunas oportunidades, los conocimientos de la Ciencia, en otras, de la Filosofía; y en la medida en que estas ramas del conocimiento racional no tengan ya respuestas, se emplearán los conocimientos del Misticismo, tanto iniciáticos como religiosos, tratando siempre de desechar el dogmatismo el que, como se expresó, es el aceptar, sin comprenderlas, las profundas verdades que puede encerrar un dogma.


El origen del ser humano

El origen del ser humano tiene que ser visto en el contexto del origen del Universo, que es también el origen de la materia y de la energía las que, como ya se expresó en la parte anterior, tienen que ser la manifestación exterior o fenoménica de Dios.

Para explicar el origen del Universo, la ciencia posee por ahora, la teoría del Big-Bang, la cual supone que todo comenzó con una explosión cuyos efectos aun no terminan pues se viene comprobando que el Universo continua expandiéndose, especulándose que cuando dicha expansión llegue a su límite, se iniciará un proceso de contracción hasta que todo sea absorbido al origen, para luego, como lo sostienen algunas escuelas iniciáticas, particularmente la Teosófica, iniciar otra eternidad de no manifestación hasta el inicio de la siguiente creación o nueva manifestación.

Como todo proceso explosivo, el Big-Bang inició su manifestación mediante vibraciones que van desde su origen o foco hacia afuera, es decir, desde las más altas frecuencias, cerca al origen o foco de la explosión y que son, por ahora invisibles e inmensurables, hasta las más bajas frecuencias que están mas lejos del foco y que son las cosas visibles y mensurables.

Para explicar esta parte, es útil emplear uno de los más bellos principios de la Filosofía Hermética que es el Principio de Vibración y que sostiene que "Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra".

La Ciencia viene demostrando que este Principio Hermético de Vibración, viene siendo ser cierto a través de la novísima Teoría Física de las Supercuerdas que sostiene que los últimos elementos no son partículas sino pequeñísimas vibraciones (cuerdas), y la interacción de dos partículas se puede reducir a las vibraciones de dos cuerdas o más. Son las vibraciones de estas cuerdas las que generan las entidades que tradicionalmente se concibieron como partículas subatómicas.

Así pues, teniendo ya en cuenta lo expresado acerca del Principio Hermético de Vibración, coincidente con el principio científico de moda de las Supercuerdas, podemos ahora decir que de la nada no pudo originarse algo; así, cuando Dios se manifestó según el Big-Bang, manifestó en realidad una explosión de amor pues ¿ De qué otra cosa se puede tratar el acto de crear?

Fue pues una explosión del amor infinito de Dios el origen de las vibraciones, las que, proviniendo de su reposo absoluto, involucionaron hasta las más bajas frecuencias que son las cosas visibles, planteamiento este, perfectamente ajustable a la teoría de las supercuerdas.

Efectivamente, si se tiene en cuenta este otro y antiquísimo razonamiento de la Filosofía Hermética que la Ciencia también viene descubriendo ser cierto, se percibirá mejor lo manifestado:

La materia es energía condensada
La energía es luz condensada
La luz es pensamiento condensado
El pensamiento es amor condensado
El amor es espíritu condensado
El espíritu es la primera manifestación de Dios
Dios es la manifestación de lo absoluto y de lo no manifestado
El espíritu y la materia son los dos polos de la existencia.

Dicho de otra manera, es posible intuir que el orden visible del Universo o fenomenológico, es la repercusión de un orden invisible o nouménico; ello se explica porque las fuerzas cosmogónicas, por su perpetua involución, dan lugar a la materia, la que en su perpetua evolución, generan la vida.

Así pues, la vida y el Universo, no nacen de la danza ciega de los átomos como lo sostienen los materialistas, sino que se generan por las vibraciones de Dios.

Por ello, el orden descendente de las encarnaciones, es simultáneo del orden ascendente de las vidas; es decir, la involución espiritual, genera la evolución vital material.

La materia es el Macrocosmos y el Microcosmos, en ella está la energía, y en esta la Mente de Dios proveniente de su esencia espiritual en la que se halla su origen.

La materia y la energía cambian, y el cambio se nota por sus variaciones en los parámetros Espacio y Tiempo; estas variaciones siguen una ley preexistente que está contenida en la esencia Espíritu.

Esta esencia Espíritu es pues la contenedora de la ley del cambio, pero ella misma no cambia pues de lo contrario no podría contener la ley del cambio que es eterna. Es decir, el cambio, que es el fenómeno, se da en los parámetros Tiempo y Espacio, pero, la causa del cambio o noumeno es inmutable, es decir eterna en el Tiempo e infinita en el Espacio por lo que resulta sin sentido hablar de Tiempo y Espacio para el Espíritu, que es la primera manifestación de Dios.

El origen del hombre tiene que verse pues dentro del origen del Universo ya que, cuando ocurrió la creación del Universo, el espíritu de Dios, condensado como amor, y este condensado como pensamiento, y este condensado como luz, y esta condensada como energía, dieron origen a la materia que serviría para formar al hombre, conteniendo desde el inicio, los planes para su evolución; esta creación, fue en realidad una involución como ya se dijo; y a partir de ese momento, se generó un proceso de evolución que aun no termina.

El espíritu de Dios ha contenido potencialmente y desde siempre, todas las manifestaciones del Universo; así, cuando Dios ideó en su mente una manifestación específica, esta se convirtió en lo que algunos esoteristas denominan Mónada, es decir, una parte del espíritu de Dios pero ya diferenciada; así, la mónada del hombre comenzó a existir desde que Dios lo imaginó como hombre en su mente, conteniendo toda la información para su manifestación y evolución.

Como a toda acción corresponde una reacción, la involución del espíritu de Dios hacia la materia destinada a ser hombre, generó en esta la necesidad de evolucionar de retorno hacia su origen; así, la mónada de lo que sería el hombre fue la que impulsó la evolución de las criaturas que antecedieron al hombre, desde la tierra en la que se encuentra su origen material conforme lo acepta la Ciencia, la Filosofía y el Misticismo iniciático, y ahora el religioso, particularmente de la Religión Católica, la que ha cambiado su dogmatismo Creacionista aceptando la Teoría Evolucionista de Darwin como una posibilidad.

Efectivamente, la Biblia es coincidente con muchas otras religiones de lo que podría haber sido el origen del hombre; de ese primer hombre que en su proceso de evolución de millones de años, llegó a tener capacidad de poseer Consciencia de sí, y que, por tal razón, se diferenció cualitativamente, a partir de ese momento, de los otros reinos de la naturaleza. Primer hombre que las religiones cristianas llaman Adán.

Este proceso de evolución del hombre tuvo que ser en realidad un esfuerzo de escalamiento cualitativo de retorno por la misma escala vibratoria que lo creó y que lo conducirá de retorno hacia su origen.

El siguiente pasaje del Génesis de la Biblia relata de la manera mas poética y hermosa este proceso de evolución de millones de años: "Entonces Jehová formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un alma viviente" (Génesis 2,7)

La formación del hombre desde el polvo de la tierra se refiere al proceso de evolución, desde que el Universo fue creado; es decir, desde que nuestro Universo fue expandiéndose como una masa ígnea, conteniendo a las galaxias y estas a las estrellas, una de las cuales es nuestro Sol, el que, como conocemos está en la galaxia denominada Vía Láctea.

La tierra fue desprendida luego del Sol al igual que los demás planetas de nuestro sistema; primero como una masa de gas ígneo, luego se enfrió hasta solidificarse, luego por la condensación de los gases, hizo su aparición el agua que lo cubría todo, luego por la evaporación, las aguas se separaron de la tierra la que se secó apareciendo los minerales (Génesis 1, 6,7); luego aparecieron las primeras formas de vida vegetal; luego las formas más primitivas y elementales de vida animal siendo quizá, una de ellas o un conjunto de ellas, la o las que estarían destinadas a ser el origen del hombre el que, cuando alcanzó su forma adánica se produjo el “Soplo de Dios para convertirse en Alma viviente”; es decir, criatura viviente con Consciencia de sí, (Génesis 1 del 11 al 27 y 2 del 4 al 7).

La naturaleza del ser humano

Así pues, la materia destinada a ser hombre evolucionó dirigida e impulsada por su mónada, la que, como dijimos, es parte del espíritu de Dios; desde el reino mineral, luego al vegetal y luego al animal, reinos cuyas características están contenidas en el hombre como veremos.

El Reino Mineral se caracteriza por su simplicidad, en el se dan energías de atracción y repulsión que sirven para mantener sus formas, los minerales están constituidos primero por átomos, moléculas y partículas, los cambios que ocurren en ellos son de ritmo mas lento por lo que son percibidos casi como inmutables. En el ser humano están presentes los minerales que constituyen parte de su organismo y requiere alimentarse de ellos para sustituir los que pierde como consecuencia de su desgaste.

El Reino Vegetal se caracteriza porque, al poseer una organización más compleja que los minerales a los que contienen, sus componentes están capacitados para alimentarse, crecer y reproducirse, pero no pueden moverse por si solos; a estas capacidades se denomina vida vegetativa. En el ser humano se da esta vida vegetativa pues muchas de las funciones de su cuerpo, se llevan a cabo automáticamente, sin intervención del pensamiento; por ejemplo, el crecimiento de los cabellos, las funciones sanguíneas, alimenticias, etc.

El Reino Animal se caracteriza por que, al poseer una organización más compleja aun que los minerales y vegetales a los que contienen, sus componentes pueden alimentarse, crecer, reproducirse y moverse según sus necesidades; a estas capacidades se denomina vida instintiva. En el ser humano se da esta vida instintiva; por ejemplo, el instinto de conservación, el instinto sexual; de manera general, los que consideramos actos reflejos que ocurren ante un estimulo sin intervención del pensamiento.

Se había manifestado de que, además de poseer las características y capacidades de los minerales, vegetales y animales, el hombre también puede pensar, y que esta capacidad se debía al hecho de haber logrado en su evolución, la más perfecta organización de la materia permitiéndole tener vida consciente; organización que, como se repite, fue impulsada y direccionada por su mónada.

Esta trascendental capacidad de pensar fue pues adquirida por el hombre luego de sucesivos cambios cualitativos que fueron mejorando su cerebro hasta que, al igual que un receptor de la más alta calidad, fue capaz ya de "sintonizar" vibraciones de más alta frecuencia que los otros reinos de la naturaleza no pueden; estas vibraciones son ya de vida consciente por estar más cercanas a las vibraciones del pensamiento de Dios, parte de las cuales, el ser humano puede sintonizar.

Dicho de otra manera, los minerales fueron ubicados en una escala muy baja y grosera de existencia, los vegetales en una escala superior, los animales en otra aun más elevada, y el hombre, por su evolución, alcanzó la mas alta de la que se tiene conocimiento, siendo posible que existan escalas aun más elevadas como lo revelan las religiones. En esas escalas mas elevadas, debe existir y actuar una gran inteligencia, parte de la cual, el ser humano “puede sintonizar" por poseer la más perfecta organización material de todos los reinos de la naturaleza.

Así, la parte material del hombre, es en esencia de naturaleza mineral, y la vida vegetativa e instintiva que posee, cesa en cuanto fallece, retornando sus elementos a la tierra tal como esta escrito en la Biblia cuando Jehová le dijo a Adán: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás"(Génesis 3,19)

Así pues, el ser humano está compuesto de una parte material constituida por el polvo de la tierra y que en realidad son todos los elementos minerales y químicos que constituyen su cuerpo; asimismo, de otra parte espiritual que es la que está encarnada en su parte material, y que ha hecho posible que, desde el polvo de la tierra adquiera todas las formas sucesivas de vida descritas hasta que, como producto de su alta evolución de millones de años, llegue a poseer la Consciencia de sí.

Como se verá mas detalladamente, es posible también que la evolución de este hombre continúe hasta alcanzar las regiones divinas en las que se encuentra su origen, siendo el Espíritu encarnado dentro de él, la única entidad con capacidad de llevarlo a tal evolución, ya que esta entidad, está mas cerca a las vibraciones del pensamiento de Dios. Sin embargo, es coherente pensar también que, aun cuando el Espíritu del hombre pueda direccionar la evolución de este, esta evolución sólo será factible por el propio esfuerzo del hombre.