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viernes, agosto 12, 2005

LA VIDA ETERNA - ENVIO 33 - Final

LIBRO “EL SER HUMANO”, ESPECULACIONES SOBRE SU MISTERIO
(ENVIO 33)
Roger Jordán Palomino

La vida eterna

Antes de tratar la última parte del presente trabajo, es necesario conocer lo que la Filosofía considera como eternidad. En el breve diccionario filosófico de Augusto Salazar Bondy se define a la eternidad como “La ausencia de límites en el tiempo, o de principio y fin “; por su parte los diccionarios comunes la definen igualmente como “Lo que no tiene principio ni tendrá fin y que sólo es atribuible a Dios “

Por su parte, el diccionario filosófico mencionado se refiere al tiempo como: “Al término indefinible que se refiere a aquella condición universal que hace posible el cambio de los objetos”; y los diccionarios comunes se refieren al tiempo como: “ La duración de las cosas sujetas a mutación”.

En ambas definiciones; la referida a la eternidad, de origen filosófico; y la referida al tiempo, de origen científico, se aprecia como un común denominador la mutabilidad o inmutabilidad de las cosas por lo que se puede deducir que el tiempo es atribuible sólo al fenómeno y la eternidad al origen último de todos los fenómenos

Si se recuerda lo expresado en la primera parte acerca de la verdad, se puede afirmar entonces que el tiempo es también atribuible a lo relativo, a lo que es y no es pues siempre está cambiando y la eternidad a lo que es inmutable, es decir a lo que es absoluto y en consecuencia a lo que es siempre verdad, o sea a Dios a quien se acepta como lo único absoluto, inmutable y verdadero.

Entonces, según todo lo expresado, la vida eterna sólo puede ser posible en Dios, y para lograrla se debe haber logrado la total evolución del ser, o sea, haber logrado escalar desde la manifestación material de Dios hasta su manifestación espiritual, es decir, desde el fenómeno relativo hasta su causa absoluta que, según el razonamiento hermético expresado ya varias veces, significa el ascenso, desde la materia hacia la energía, luego hacia la luz, luego hacia el pensamiento, luego hacia el amor, para terminar en el espíritu que es el origen de todo cuanto ha sido manifestado, está siendo manifestado o será manifestado.

Por tal razón, si el tiempo sólo tiene sentido por la necesidad intuitiva de determinar la duración de las manifestaciones fenomenológicas del universo como lo sostiene Kant en su “Crítica de la razón pura”, este concepto abstracto debe comenzar a dejar de tenerlo en el origen de dichas manifestaciones que se dan en la energía hasta convertirse ya en un concepto relativo en el origen de la energía que es la luz como lo demostró Einstein, deduciéndose que en el origen de la luz que es pensamiento, y en el origen del pensamiento que es el amor, y en el origen último del amor que es el espíritu de Dios, el tiempo pierde totalmente su sentido ya que el Amor proveniente del Espíritu de Dios, abarca todas las infinitas posibilidades de manifestación, en todos los infinitos espacios y en todos los infinitos tiempos, lo que vendría a dar mas o menos una idea de lo que es la eternidad.

Efectivamente, si se especula en base al siguiente pasaje de la Biblia se encontrará una revelación que podría comprobar desde el punto de vista religioso lo manifestado anteriormente: “Y el ángel juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería mas” (San Juan, Apocalipsis 10, 6). Quizá en este pasaje puedan coincidir en sus especulaciones sobre la eternidad, el Racionalismo y el Misticismo si dejaran la arrogancia de creer que solo ellos conocen la verdad.

Aun cuando conceptualmente se pueda haber formado una idea de la eternidad, puede resultar ya inefable idear la vida eterna luego de que el ser humano haya completado toda su evolución según los planes de Dios; tal inefabilidad es explicable en razón de que semejante forma de vida se realizará en el Espíritu Dios la que contiene de manera absoluta, toda la belleza y toda la justicia de las que siquiera podamos imaginar con nuestra mente acostumbrada a lo relativo y, en consecuencia, a lo temporal.

Si en algunos escasos momentos de su vida terrena, el hombre se queda a veces absorto, olvidando el tiempo, al contemplar algo bello, o conmovido hasta el éxtasis cuando vive algo justo y lleno de amor, ¡Cuan indescriptible puede resultar vivir y ser parte del origen mismo de tal belleza y de tal justicia y de tal amor!, sin que el tiempo tenga ya sentido, comprendiendo por siempre jamás, por vivir en el seno mismo del amor, lo relativo que fue la existencia en la tierra así como cuando San Pablo dice en su carta a los Efesios: “Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en el amor, seáis capaces de comprender con todos los santos cual sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura” (Efesios, 3, 17 al 18)

Para que tal cosa ocurra, el Yo o Ego debe ya haber logrado su total perfección y, en consecuencia, haberse identificado absolutamente con el Alma, convirtiéndose así en una experiencia de esta en su vida material y temporal, es decir, cuando el ser necesitaba dividir el tiempo en pasado, presente y futuro sin comprender todavía, por su falta de evolución, que su vida siempre está ocurriendo en el eterno presente.

Así pues, la mónada convertida en Alma después de millones de años de evolución humana, y ahora retornada nuevamente al seno de Dios, no ha hecho mas que vivir cambios sucesivos en tiempos sucesivos, por lo que se puede deducir que todos estos tiempos han formado siempre parte de la eternidad de su existencia, y al cesar ya los cambios por haber completado su evolución, comprenderá que los tiempos que le tocó vivir encarnada en la materia, no fueron mas que parte de las infinitas posibilidades de realización que contiene el eterno Espíritu de Dios, y que entre el tiempo transcurrido en el que fue monada, luego alma y luego hombre, se ha ganado la experiencia que en forma de Yo o Ego formará parte de su personalidad lo que le permitirá vivir la eternidad en el Espíritu de Dios pero con Consciencia de sí, gozando por merecerlo, la gloria de que fue parte del “Alfa”, y que por su lucha por evolucionar ahora es parte de la “Omega”, como está escrito en la Biblia, cuando San Juan dice: “ Y el que estaba sentado en el trono dijo: Hecho está, yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”(Apocalipsis, 21 del 5 al 7).

Este ser así evolucionado, ya no podrá ser denominado hombre mortal, hijo del destino, sólo apto para vivir temporalmente en la tierra de la que formó parte, pues ya será parte de las causas del destino mismo y residirá eternamente en aquellos niveles de existencia en los que tendrá que cumplir las misiones que el Altísimo le reserve para su mayor gloria tal como lo anuncia San Pablo cuando dice:
“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra terrenal; el segundo hombre, que es el señor, es del cielo”. ( 1 Corintios del 45 al 47).

BIBLIOGRAFIA

- “La Santa Biblia”
- “El Kybalión” ( 3 iniciados)
- “Isis sin velo” ( Blavatsky)
- “La Doctrina secreta” ( Blavatksky)
- “Fragmentos de una enseñanza desconocida” ( Ouspensky ).
- “El Maestro de Isgrev” ( Kurteff )
- “Historia General de la Masonería” ( Oscar Rodrigo Albert )
- “El Libro negro de la masonería” (De la Ferriere)
- Obras varias masónicas ( Lavagnini)
- “Historia completa de la Orden Rosacruz” (Lewis)
- “Las Mansiones del Alma” ( Lewis )
- “Cruzando el umbral de la esperanza” (Juan Pablo II)
- “El Discurso del método” (Descartes)
- La Crítica de la razón pura” (Kant)
- “ Historia de la Filosofía” (Schwgler)
- Bibliografía abierta de la Antigua Mística Orden Rosa Cruz.
- Bibliografía abierta de la Orden Masónica
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FIN