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sábado, agosto 27, 2005

LOS IDEALES MASONICOS Y LA MODERNIDAD

LOS IDEALES MASONICOS Y LA MODERNIDAD


M:.R:.H:. Emilio Cassina Rivas

Publicado en la Revista: “La Abeja”
R:.L:.S:. Trabajo y Honradez N° 17
Enero – Junio 2005


Estos ideales que fueron creados por nuestros antecesores hace milenios y nacieron de la búsqueda constante de la verdad; del reconocimiento que no solo somos materia sino esencialmente alma y espíritu emanados de Dios; de una acuciosa investigación del medio físico que nos da el entorno y de la observación profunda y razonada de la marcha de los cuerpos celestes. Estos hechos hicieron que sus aspiraciones fueran dirigidas hacia la perfección y al orden de los movimientos del Universo, en el cual todo está planificado conforme a la voluntad divina y cuyo resultado nos maravilla y nos deleita.

Por eso los masones, tratando de emular la perfección, crearon las ciencias de la arquitectura y de la construcción y el arte de las herramienta para desarrollarlas, levantando así grandes templos y edificios que son como enormes y sublimes oraciones de piedra que la Humanidad levanta a la gloria del G:.A:.D:.U:.

Del mismo modo, desde antes de que existiera la masonería especulativa y con esta misma, los masones decidieron que, aplicando las mismas ciencias y las artes y sus herramientas, se podía construir un mundo mejor y una forma de vida superior regida por la paz y la armonía, comenzando por el individuo que debería forjar su propio templo espiritual que se basa en valores, especialmente los de libertad y los de la solidaridad; en otras palabras libertad y justicia que son parte sustancial de la Moral. La Orden decidió así reconocer y proclamar para el futuro lo que había sido en el pasado, lo que tenía que ser para el presente y para siempre: SER MORAL y hacer que los demás sean morales.

Aquí están, pues, los grandes retos de la masonería que son su lema y divisa de lucha: Ser libres y justos en base a ser morales. El sentido de la libertad, con todas sus connotaciones: tener un patrimonio, caminar y viajar libremente, decir lo que se piensa, profesar la religión que le plazca, abrazar las ideas políticas que le convenzan: todo esto es parte del instinto del hombre de modo que cuando no tiene libertad se siente sojuzgado. Podrá tener todos los bienes materiales pero si carece de libertad es infeliz.

Todo esto de la libertad forma parte del egoísmo, entendido noblemente como el amor a sí mismo, del Yo del hombre, de suerte que él quisiera gozar de la libertad más irrestricta y no tener limitaciones. La Moral nos enseña sin embargo que el Yo y el Nosotros deben considerar siempre que frente a ellos existe el Tu y el Nosotros, que son los otros con los cuales está obligado por la simple razón de que son iguales; entender de él, nosotros y los otros, formamos parte de la Humanidad. La medida del trato con los otros nos viene de muy antiguo y el maestro de Galilea nos dijo: trata a los otros de la misma manera que tu quisieras ser tratado. Esa medida del trato entre los unos y los otros se llama en la moral Justicia y se traduce en todos los actos de la vida, aún en los mas corrientes y rutinarios por el vocablo equidad.

La Moral enseña a la especie humana que su libertad tiene que limitarse por su propio impulso, antes que por la ley, en beneficio de unos y otros bajo una idea de justicia y la Masonería impone el principio de que los conceptos de libertad e igualdad solo se pueden conciliar en el íntimo y profundo sentimiento de que somos hermanos. He aquí concebido con grandeza el ideal de la fraternidad. No solo tenemos que buscar la perfección para nosotros sino también para los demás, ser solidarios. Por eso es que la masonería es esencialmente docente por los actos de sus miembros dentro y fuera de sus templos porque el ejemplo es la mejor enseñanza.

El ser humano es de un carácter sumamente intrépido e inquieto, trata incansablemente de descubrir y de crear. Para eso Dios lo dotó de una gran inteligencia y de sus manos peculiares, ágiles y hábiles. Cuando, simbólicamente, porque la mitología es un vasto conjunto de símbolos, Prometeo robó a Zeus el fuego y se lo otorgó a los hombres, les proporcionó la llave para un magno desarrollo que, paso a paso, le ha permitido construir esta civilización y esta cultura que ahora poseemos. En realidad no lo robó porque fue Dios mismo que le dejó al hombre la posibilidad de descubrirlo. Dios ha creado las leyes de la naturaleza la cuales parecen insondables, pero que van siendo de algún modo descubiertas paulatinamente por el hombre y así, aunque no las puede cambiar, puede luego utilizarlas para su provecho y lograr mejores niveles de vida. Hoy no importa que el sol se oculte y nos prive de la luz. El hombre ha podido, gracias al descubrimiento y desarrollo de la electricidad convertir la noche en día si ello le es preciso y ha cortado las distancias a términos antes inverosímiles con las naves, los teléfonos y la televisión. En consecuencia, la humanidad tiene ahora mas tiempo para trabajar como también para descansar disfrutando de la múltiples y variadas formas de diversión que la técnica les prodiga. Incluso el hombre vive mucho más tiempo ahora que antes. No nos debe sorprender por tanto que el hombre llegue a tanto, que esté tentando ahora la clonación humana ni debemos rasgarnos las vestiduras porque lo intente. La Humanidad seguirá avanzando hasta los límites que Dios le permita.

No cabe duda, pues que el mundo se ha transformado y lo ha hecho vertiginosamente. El tiempo que los masones dedicaban antes a sus Logias y el que hoy nosotros empleamos y el que los futuros adeptos le podrán dar se ha reducido y es incluso disputado por los goces y distracciones que la modernidad y la globalización le han traído.

Oponerse a ellos es, como lo han dicho varios autores, despreciar por ejemplo, la electricidad y las fuentes de energía. Debemos por tanto afrontar esos fenómenos y aceptarlos pero modulándolos. Sin embargo, en lo que se refiere a la Orden no podemos cerrar los ojos y decir: sigamos exactamente igual como hace siglos. No es cuestión de decir aquí se imponen los principios y eso basta sino de competir y demostrar que la actividad espiritual es superior pero no tiene por que ser aburrida ni obsoleta. Si los principios y los ideales de la Orden son eternos debemos mantener lozana y fresca nuestra esencia, vale decir los Antiguos Linderos, pero adecuar los métodos y los procedimientos si es que no queremos permanecer vegetativos ni entrar en una etapa de mediocridad. La verdad es que esa necesidad de modernizar algo es imperativo que la masonería en general tiene que afrontar ahora porque surgió ya hace mas de 100 años y lo hemos desoído y no hemos querido verlo.

No pretendo generalizar porque hay excepciones valiosas y aquí están representadas varias de ellas. Pero tenemos que renovarnos decidida y profundamente y ese es un menester imprescindible, inaplazable y hasta como razón de supervivencia. El tour de force no puede esperar. Poner los pies en la tierra es imperativo y si bien soñar por ejemplo con la Universidad Masónica Interamericana o con una Fundación mundial es romántico y algún día se hará, pensando que la mejor satisfacción es ver los sueños realizados. La tarea de la que yo hablo ya no puede esperar, es inmediata, es ahora.

Comencemos entonces por modernizar y agilizar las ceremonias y los rituales. Ellos no tienen porque ser monótonos ni tan extensos si al modificarlos conservamos su sentido y su filosofía para que se conviertan en una norma permanente de vida dentro y fuera de los templos. No me digan que agilizar las ceremonias es quitarles profundidad o esencia cuando, por el contrario, como decía Baltasar Gracián: lo bueno, si breve, dos veces bueno. No puedo aceptar por otro lado, que ser ritualista sea conocer de memoria el ritual y ser elegante y perfecto en la ejecución de los signos. Eso me parece muy bien pero es insuficiente porque el verdadero ritualismo es conocer la filosofía del rito y de la ceremonia y tratar de hacerlo como una forma de vida. De modo que seamos reconocidos por nuestras acciones en vida y recordados después.
La segunda misión inmediata que tenemos es la revisión del proceso de incorporación de nuevos miembros a la Institución si es que deseamos asegurar un futuro promisor y de esplendor.

Aseguremos que no solo sean simpáticos y de que tengan cierta holgura económica, sino de que sean esencialmente morales en todo orden de cosas y, si ello fuera posible, que tengan también una cierta influencia como para contribuir a los cambios sociales que el mundo requiere. Ser morales no es ser beatos, ni privarse de los placeres sanos de la vida. Hay que admitir que estamos cansados de vivir de las glorias del pasado y nos toca hacer ahora lo que nos corresponde por si mismos, por el desarrollo de la humanidad. Los Grandes Maestros deben reunirse con los VV:.MM:. y con los Vigilantes juntos coordinar lo necesario para que todo este importante y trascendente cambio se cumpla.

Pero aún si ello se logra, no bastará si es que no reparamos en la necesidad de ofrecer a los aprendices y compañeros lo mejor; si no somos capaces de hacer tenidas agradables, sostenidas por los trabajos, conferencias y misiones que demuestren filantropía, fracasaremos. No es concebible que un grupo de HH:. de denominen logia si no hacen docencia para ellos y los demás, si no hacen beneficencia, si no contribuyen real y eficazmente con el progreso del país y de la humanidad. Lo contrario es gastar nuestras fuerzas en vano.

Y los maestros ¿de que seríamos maestros si creemos que la masonería son las ceremonias y los ritos y los honores que nosotros mismos nos hacemos? Aprendamos la filosofía de la Orden y seamos maestros de vida, seamos en fin morales porque eso es lo que nos congrega.

Ser morales no es ser santos ni beatos, ni abstenerse de los placeres sanos y buenos de la vida. Si lo es ser modestos, diligentes en el cumplimiento de nuestros deberes y ejercer nuestros derechos legítimamente, sin arrogancias. Es sentir el dolor de los demás y dar un paso adelante para aliviarlos, es sentir que los agravios y los abusos a los otros, aún de otros países, también nos agravian a nosotros y no quedarse callados ni indiferentes. Es ser tolerantes y disciplinados pero no permisivos; solucionar los conflictos y llegar a la paz y la armonía.
Lo he dicho ya otras veces, citando a un ilustre masón brasilero, Olimpo Pinto: “Cuando las virtudes que nos hacen morales se practican cotidiana y sinceramente no solo se hacen parte de nuestro ser sino que, así, como los rasgos físicos se transmiten en herencia de padre a hijo, así dichas virtudes se heredan, en la institución y en el país, de generación en generación. Ese es el mejor modo de ser masón y de sentirse pleno como hombre. Esta es la forma como conservaremos el respeto que ganáramos en el pasado y volveremos a ser el Faro Luminoso de la libertad y el progreso que la humanidad mira como guía”.

1 Comments:

Blogger susana said...

interesantisimo, me encanta sabe que a pesar de los tiempos en que vivimos hay mucha gente que desea un mundo mejor y tabaja para ello.
me gustaria saber que opina sobre nuestra pre existencia, y que rol ocupa jesucristo en vuestras creencias.
saludos cordiales
susana neira

4:00 a. m.  

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